martes, 25 de septiembre de 2018

Hoy vamos de Tobakouta a Foundiougne, a qué sabe el mango en Senegal?

Si bien es cierto y lo juro por lo que mas amo en el mundo, que nunca he probado las drogas, no me hicieron falta para tener alucinaciones en medio de la mas oscura noche. ¿Te lo cuento? ¡Sigue leyendo!

Día 5: Tobakouta - Foundiougne

Barcas en Foundiougne
Hoy ha sido un día pésimo, de los duros de verdad, en los que volver a casa con el rabo entre las
piernas me parecía la solución mas razonable.

Campamento en Foundiougne
Hemos pasado una noche horrorosa, diarrea, mareo, obviamente pocas horas descansadas y lo que fue de mas impacto para mi, incluso alucinaciones. Ten en cuenta que en estos países lo mas lógico es dormir con mosquitera, bien, me levanto en medio de la noche para ir al baño, vuelvo a la cama, cierro la mosquitera y al cerrarla miro al suelo y veo claramente lo que son los pies de un hombre blanco asomando los dedos por debajo de la tela, alzo la vista y no veo un cuerpo, no veo nada. Comienzo a pensar que algo raro pasa pero de pronto oigo un pitido increíble, como de una alarma de incendios, venia de la pared que teníamos a los pies de la cama y es allí donde veo en ella una especie de agujero cuadrado, una especie de ventana iluminada por una luz cegadora, parecida  a la de let. "Bien Yhasmina, estas jodidamente jodida" pensé, pero supe que no era real puesto que Quim no se despertó con el ruido y ademas todo desapareció en un segundo, así que en lugar de llamar a Cuarto Milenio (programa del que soy fan) me dediqué a algo mas importante en mi vida, intentar dormir. Me sabe mal reconocerlo pero soy bastante básica, no llevo bien el sueño ni el hambre, por ese orden.

Nuestra habitación considerada "lujo"

Al despertar los dos teníamos un malestar terrible, hay que decir que Quim ya venia tocado desde
hacia días, algo parecido a esas gripes fugaces. En ese momento empecé a plantearme la posibilidad de subir a un autobús y volver a casa, pero si eso suponía volver a Dakar, era mejor que no. Aliviada, por que no teníamos fiebre, y es que la fiebre es la principal causa de que te salten las alarmas, solo nos quedó pensar que era una diarrea del viajero, bastante común entre os días 3 y 5 de los viajeros y sobretodo en los países en vías de desarrollo en los que la suciedad abunda, sobretodo en las ciudades, que era de donde veníamos.

Foundiougne
En una de esas iluminaciones místicas (sin alucinaciones) me dio por leer el increíblemente largo prospecto del Malerone (el medicamento que te protege de la malaria) y allí estaban, mis síntomas, vómitos, nauseas, llagas en la boca (como las que tenia) y alucinaciones, entre otros.

Para los que no sepan que es la MALARIA, en resumidas cuentas es una enfermedad causada por un parásito el cual trasmiten los anofeles infectados (un tipo de mosquito) y cursa fiebres altas, escalofríos, síntomas gripales y anemia. La enfermedad por lo general no es mortal en la actualidad si puedes acceder al medicamento, ten en cuenta que en África mucha gente muere por esta causa, por no poder acceder por causas económicas.

Padre velando por la seguridad de sus hijos
Llegamos a Foundiougne a marchas forzadas, Quim casi se desmaya en el trayecto y el taxista  no entendía por que habíamos ido a Senegal si estábamos mejor en España, y es que ellos no entienden en su, gran mayoría, el concepto de "viajar por ocio" ellos viajan por supervivencia.

En su día Foundiougne, en la etapa colonial, fue muy importante a causa de su puerto, ahora apenas llegan a los 5000 habitantes.

Nos hospedamos en una especie de camping, las habitaciones pintadas de rosa Barbie, pero con mosquitera y ventilador nos dan confort, aunque queremos morir en ese momento. No logramos que las chicas del camping nos den nada de comer (no hacen comidas, solo cenas), así que nos aventuramos al pueblo para ver qué podemos encontrar, lo único que encontramos fue un cuchitril que rallaba lo insalubre, con mesas desordenadas con unas costras de color marrón muy extrañas en los manteles y una mujer que para mostrarnos lo que sería nuestro
Foundiougne
menú en ese día metió la mano hasta el codo dentro de una olla llena de arroz para sacar un puñado de este y mostrárnoslo, comprenderás que mi respuesta fue.... NO. De nuevo en el camping, no te sé decir el calibre de desesperación que la chica que antes nos dijo que no tenia nada para comer nos vio en la cara, pero la pobre  nos fue al mercado a comprar tres plátanos, y eso comimos. Después una siesta de unas tres horas. No nos podíamos ni mover.

Ya en la caída sol nos fuimos encontrando mejor así que fuimos a ver la puesta al puerto, a unos 20 metros del hotel, esquivando unos burros que iban, como muchos, sueltos por el pueblo de paseo. Un atardecer que no defrauda, como todos los que allí se ven.

Fue allí donde nos encontramos con un señor montado en una moto en compañía de sus dos hijos, un chico de unos 16 sentado detrás al que su padre le brindó el único casco, y una niña de unos 4 sentada delante. Nos contaba que trabajaba con mas extranjeros que solían pasar por ahí  que como nosotros, por los efectos adversos, habían dejado el Malerone, también mas tarde un portugués nos dice lo mismo, él no lo toma, de modo que si la elección era morir matando, preferimos dejar el medicamento y, de
Foundiougne
contraer la enfermedad, ser tratados ya en nuestro país. Esta decisión nos obligó a recalcular nuestra ruta y desterrar la idea de ir hasta Pais Bassari, ya que es un foco fuerte de malaria en Senegal y a comprar ropa senegalesa de manga y pantalones largos de hilo por que nuestros tejanos eran demasiado densos para llevarlos a partir del atardecer. Este apunte, el del Malerone, se lo oculté a mi madre, obviamente.

Con esto no estoy intentando promover ni que los viajeros no tomen este medicamento ni que los que ya estén allí lo dejen, si tus síntomas o efectos adversos, o lo que se conoce en farmacia como los "RAM" son leves o nulos, tómalo, te lo aconsejo.


Como premio, en esta etapa tomé el mango en Senegal, por primera vez. ¡Increíble! No sé cómo explicarte los mil y un sabores que tiene esta fruta allí y que nada tiene que ver con lo que aquí te venden.

Mango

En la próxima etapa nos plantamos en una aldea donde el numero de niños por metro cuadrado era exagerado, pero para llegar allí nos depara otra aventura, veo nuestra vida peligrar (y eso que he practicado deportes de riesgo y ninguno me ha quitado el aliento como esta experiencia), cuatro personas casi e pegan por subirnos a un coche y llegamos a un lugar paradisíaco. ¡Te espero la próxima semana!

Un saludo,


Yhasmina

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