martes, 11 de septiembre de 2018

¿Te vienes a Senegal de nuevo?

¡Quédate conmigo un ratito, te invito a Senegal! Hoy vamos de Dakar a Kaolack.

Día 3: Dakar - Kaolack

Calle en Dakar
Salimos de nuestro hotel en Dakar, por la mañana, en la que no hay casi nadie en las calles arenosas y lo único que puedes encontrarte son cabras, algún burro y alguna mujer barriendo la arena (cosa rara). Nos acercamos a una tiendecita "Wari" (se llaman) e intentamos comprar agua, pero el niño de unos siete años que nos atendía y estaba solo en la tienda decía no tener cambio para 10.000 francos (y le creo, allí un billete de 10.000 es como aquí uno de 500 o 200 euros, raro) por sorpresa un señor, aparece por detrás de nosotros y nos paga él nuestra botella, que supongo, al vernos blancos, ya nos cobraban mas cara. Pensamos que querría algo, dinero, ofrecerse para llevarnos de excursionismo bajo pago, etc... pero no, simplemente quería que siguiéramos nuestro viaje
con agua, nada mas. Otra lección de vida, le pagarías tu una botella de agua a un alemán al que ves con un billete de 500 euros en España sabiendo a ciencia cierta que le pagan el triple que a ti por su trabajo en su país aunque os dediquéis a lo mismo?

En el intento de encontrar la estación de autobuses en Dakar para ir hacia Kalolack, ya que ni los taxistas saben dónde esta la estación de autobuses de la ciudad, pudimos ver que las únicas calles que asfaltan son las calles mas centrales. La estación, caótica, nos sumió en otro caos mas hasta encontrar nuestro autobús al que subiríamos para recorrer 200km en ¡5 horas! en terreno plano, sí, has leído
bien, son 5 horas para recorrer unos 200 km. y es que las distancias aquí son mucho mas difíciles de realizar.

Estación de autobuses en Dakar
En el trayecto pude ver hasta gente durmiendo en el asfalto de la mismísima autovía. En cada parada del autobús solían subirse como 3 chicas jóvenes o mujeres de mediana edad con frutos secos, mangos o bolsas de agua y de leche para venderlas durante una parada, luego en la próxima bajaban.

Por fin, después de un viaje eterno, llegamos a la otra ciudad, ésta mucho mas pequeña que Dakar, pero una ciudad al fin y al cabo. Tengo que decir que al creer que el trayecto seria corto no tomamos nada para desayunar y no pudimos comer hasta las 14.00 horas ya en Kaolack, por lo tanto, estábamos moribundos (es decir poco).

Encontramos un restaurante, "Le Brasero" puedes leer mi critica en TripAdvisor aquí. Todos los trabajadores son senegaleses pero el dueño es de origen libanés (ya de muy avanzada edad) que se define a él mismo como "un negro blanco", que afirmaba hablar 11 idiomas (incluido el español) y que reside en Senegal prácticamente desde que recuerda, aunque muy mayor es, aun le quedan fuerzas y ganas, ya que me ofreció hacerme él mismo un masaje sin importarle la presencia de Quim que se quedó atónito.

Bisú
Es este restaurante las cosas funcionan distintas pues el dueño no es de origen sengalés (por lo tanto a los empleados no les es permitido moverse con calma, como se hace todo en Senegal) ni tampoco abandona el local, se dispone a estar sentado tomando un refresco mientras los camareros trabajan y cada uno recibe su dinero a final de cada día al contado, de hecho se lo dió delante de mi cuando cada empleado pasó a cobrar tendiendo la mano en fila uno tras otro, de esta manera puede ver que recibían unos 2.000 francos cada uno, es decir unos 3,00 Euros por su medio día trabajado.

En este restaurante probé el "bisu", que es una especie de de ternera con cuernos bastante alzados que existe por todas partes de Senagal y el pollo. Como muchos sabréis soy bastante reticente a tomar carne, de hecho no la compro, pero en Senegal es complicado hacer elecciones vegetarianas cuando al sentar-te en un restaurante las únicas opciones son "pollo o pescado" (literalmente) y las verduras no puedes tomarlas crudas a no ser que te asegures que están previamente bien limpias y peladas. De modo que si no te quieres morir de hambre...

El señor regente del restaurante nos comentó donde podíamos dormir de forma segura y fuimos a parar a una especie de colonia cristiana con una virgen presidiendo el patio en el que los bajos eran copados cada día de soldados, había un medio millón de mosquitos por metro cuadrado pero el campamento por lo menos tenia mosquiteras, teníamos repelente y hasta ese día, tomamos Malerone, el medicamento que previene de la malaria.

Lo que Google te muestra de Kaolack
Una vez dejamos las pesadas mochilas en la habitación pudimos ir al centro de la ciudad a ver el mercado entre otras cosas. Soy una persona que suele quedarse bastante con los olores, de las personas, de los lugares, de las cosas, etc... bien, el mercado en este caso recuerdo que olía a ráfagas alternando la olor de cloaca con la especias.
El caos nos persiguió hasta llegar a otro tipo de mercado "El Mercado Artesano" un mercado únicamente abastecido de artesanías, yo me enamoré profusamente de una mesa de centro que imaginé delante del sofá, pero... no la podíamos llevar y es que es lo que tiene ir de "mochileo".
Algunos souvenirs sí pude comprar como las muñecas con tarje típico regional para mi madre y mi madrina, y por primera vez, desde que estuve hace ya muchos años en Camden Town (Londres), volví a regatear. En Sengal es casi una obligación regatear, lo hace todo el mundo, en España te mirarían como a la "flipada de turno" y descuida que no te echen de la tienda si lo intentas.

Lo que no te muestra
Fué allí donde encontramos a un grupo de catalanes, eran dos parejas, unos venían de viaje y los otros vivían en otra zona de Senegal trabajando en una reserva para el cuidado de los chimpancés llamada Jane Goodall. Valle, la chica en cuestión que trabaja en la reserva, me llegó hasta dar su teléfono para que la llamara si me decidía a ir por su zona y de esta manera visitar directamente a los chimpancés en su hábitat natural, acceso que poca gente tiene y me hizo una ilusión tremenda, no te lo puedes imaginar! Y es que me encanta observar a los animales en su hábitat, de hecho creo que de no dedicarme a esto seria veterinaria o zoóloga, pero creo que me dejaría el corazón con cada paciente.

Tras este breve encuentro que me dejó ilusionada con la idea de ver en primera linea a esta especie en pleno hábitat, nos despedimos del grupo.

Buscamos entre toda la locura que supone una ciudad africana la llamada "Casa de la pedagogía" se trata de un pintoresco edificio pintado exclusivamente por artistas locales dedicado a actividades como el teatro, la comunicación, la danza, la pintura, etc... Os parecerá mentira pero en un país en el que como aquel que dice "no hay nada", pero no por que no lo tengan sino por que lo que tienen se lo saquean los países "desarrollados", a lo que se le da mucho bombo y platillo es al desarrollo de la creatividad, cosa que no pasa en países como España, en el que se considera que una persona que invierte horas en pintar es una persona que no invierte su tiempo correctamente, tendría que estar estudiando matemáticas o trabajando en algo que potenciara el sistema que se tiene montado. A mi me sorprendre este hecho, a Quim le interesa, él es profesor, el se fija mas en este tipo de cosas y las analiza mientras yo analizo platos, recetas, mercados y formas de abartecerse, cada cual a su rollo. :)
Casa de la pedagogía

Quim se puso nervioso cuando después de cenar la noche nos sorprendió en medio de la ciudad, sí, hemos estado de noche en una ciudad africana y aquí seguimos, al menos yo viva e intacta y con todas mis pertenencias. Sinceramente, en mi mas humilde opinión, yo creo que en los países africanos la gente no comete tantos delitos por una cuestión simple, la de no ir a la cárcel, y es que tu no te puedes hacer una idea de lo es una cárcel en un país como este. Ir a la cárcel en España es lo mismo que ir al hotel. Como os decía, o como te decía a ti que me estas leyendo, la noche nos cayó encima de repente en medio de la ciudad, pero gracias a la vida, a la experiencia, a lo que aprendí en algunas competiciones o actividades de orientación, a lo que me enseñaron y a una memoria fotográfica infinita que es capaz de recordar lo que llevaba puesto un día en concreto de hace 20 años (por ejemplo) y ahora sí, ahora me tiro flores amig@, ajajja, puede guiarnos atravesando mercados, calles sucias y oscuras (no hay alumbrado practicante) hasta el campamento católico mientras Quim estaba a punto de llamar a los GEO.

Y hasta aquí, mi aventura en esta ciudad. Para cenar cenamos en un restaurante llamado "Blue Bird" (puedes leer mi critica en TripAdvisor aquí) y fue allí donde descubrí que existen carteles de "prohibido limpiarse los pies" en los lavamanos de los baños de un restaurante y que los lavamanos mismos pueden estar ubicados fuera del baño, en la misma sala de comedor. Allí probé otro típico senegalés, la FATAYA.

Puedes hacerla de forma saludable con los siguientes ingredientes (para 4 personas):

300g de carne picada o soja texturizada, aunque también puedes usar atún
500g de harina integral
1 Pimiento
2 Huevos
1 Paquete de levadura
1 Poquito de mantequilla
Perejil
4 Café con leche en polvo (allí la leche en polvo es fácil de conseguir)
Agua
Sal
Aceite de oliva virgen extra

Preparación:

  1. Preparar la masa:
  2. Mezcla la harina con el caldo y la leche en polvo.
  3. Pon la harina en un bol y lo puso 2 huevos, la mantequilla y el paquete de levadura. Mezcla mediante la adición de agua hasta que quede como una especie de masa homogénea y suave.
  4. Dejar reposar durante 2 ó 3 horas.
  5. Prepara el relleno:
  6. Vierte la mezcla en una sartén un poco de aceite, la carne picada y luego añadir el agua para cocinar, perejil, pimiento picado de antemano, el pimiento picado y 3 pizcas de sal. Horna de 10 a 15 minutos.
  7. Con la masa, hacer bolas y se aplanan con el fin de tener una superficie lisa. Coloque el relleno de carne y darse la vuelta.
  8. Hornee en el aceite caliente hasta que se dore por fatayas.


Te dejo un vídeo AQUÍ por si quieres verlo.




Bueno, y hasta aquí mi aventura en las ciudades, en la próxima entrega de la saga de capítulos de este viaje me enamoré profundamente de África, te contaré como terminamos en la complicada frontera con Gambia, dónde me enamoré de la magia africana y como son los animistas. ¡Te espero por aquí la semana que viene!

Un saludo,


Yhasmina

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