Yo creía que este tipo de puertos solo se veían en las pelis, pues no. Tampoco pensaba yo que habría un lugar en el mundo tan ofuscado en explotar la creatividad de su pueblo. ¿Te vienes?
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| Puerto de Foundigne |
tantísima tranquilidad el locura de estos pueblos es como un mazazo. No queda otra que volver al nido de hormigas.
Suciedad, olores y moscas no vuelven de nuevo a envolver. Hay que buscar un siete plazas o un taxi para ir hasta Toubab, y lo encontramos, pero como ya te comenté en capítulos anteriores, hasta que no se llenan no se van a ningún lado, así que toca esperar
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| Mercado del puerto |
Jugamos con los niños, que nos bailan mientras se ríen con o de nosotros (ya no lo sé). Son curiosos por que dentro del caos y la irracionalidad se ayudan unos a otros sin importar edad, origen ni limitaciones físicas o psíquicas. Por ejemplo hay un niño que se ha caído y se ha puesto a llorar si parar, y digo sin parar por que ha estado como diez minutos sin parar de llorar. De pronto ha salido una señora mayor armada con un palo desde una casa para darle aun mas al niño y los demás al verlo en lugar de huir y dejarlo allí por que no iba con ellos la cosa, intentaban ponerle los zapatos al llorón para llevárselo con ellos arrastras.
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| Niños en el puerto |
Salimos dirección Mbour para sacar algo de dinero de un cajero automático y luego tomar otro siete plazas hasta Toubab.
En Toubab encontramos un bonito y pintoresco hotel con curiosas habitaciones, yo al menos nunca me había duchado al lado de mi cama. En el jardín algo laberíntico hay puertas que se abren para dar paso a diferentes salas en las que se exponen cuadros, se imparten clases de música o se puede leer un libro. Hoy aun no hemos podido ver Toubab, pues hemos llegado tarde, pero en el próximo capitulo te cuento.
Un saludo,
Yhasmina
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